Impresiones sobre el encuentro global de las escuelas y procesos de agroecología de La Vía Campesina
Por Miguel Rejas, delegado del IALA Guaraní
En el municipio Güira de Melena –provincia de Artemisa–, donde la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) tiene su Centro Integral Niceto Pérez García, llamado así en homenaje a quien es considerado el “símbolo del campesinado cubano”, tuvo lugar la inauguración del Encuentro global de las escuelas y procesos de agroecología de La Vía Campesina, entre el 21 y el 30 de mayo pasado.
Con la presencia de al menos 150 compañeras y compañeros provenientes de 40 países y de 4 continentes, uno de los aspectos a destacar fue, sin duda, la diversidad de culturas, realidades, pensamiento, energía, capacidades y prácticas, lo que se tradujo en un debate enriquecedor como es costumbre para las organizaciones que integran La Vía Campesina, articulación internacional que trabaja sobre ideales comunes de nuestros pueblos.
Con jornadas cargadas de mística, aprendizaje, intercambio de saberes, trabajo, reflexión y estudios, la comunidad campesina cubana nos dio la bienvenida en diversas fincas, demostrando que la labor del movimiento agroecológico constituye una tarea de primer orden para incrementar los alimentos en beneficio de la población cubana del presente y del futuro.
A lo largo de los días que nos tocó conocer a la hermosa gente de Cuba, sus prácticas, sus modos de vida, sus comidas, su pensamiento y principios, la delegación internacionalista fue cohesionándose con lo que se observaba y se sentía, admirándose de ese pueblo sencillo que aprendió a construir con sus propias manos cuando los caminos les fueron cerrados por la impronta imperialista. En ese sentido, la agroecología se volvió indispensable para la producción de alimentos en la isla.
Ante la actualización del modelo económico en el país, las campesinas y los campesinos debaten constantemente las proyecciones que se observan en el horizonte, entre posibilidades y propuestas. La mujer y el hombre cubanos recuerdan las peripecias del “periodo especial”, tiempo de carestía y austeridad impuestas por el bloqueo y la caída de la Unión Soviética; recuerdan cómo el método de Campesino a Campesino les resultó –y todavía hoy resulta– eficiente para garantizar y fortalecer la producción agroecológica y pecuaria con la que lograron soberanía alimentaria y desarrollo del cooperativismo en todos los puntos del país.
La ANAP se encuentra presente en todo el territorio patrio y organiza a los productores campesinos. Cuenta con dos tipos de cooperativas: las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA). En la primera forma, tanto la tierra como los medios de producción y el valor de la venta de los mismos, tienen dueños particulares o privados. En la segunda, la propiedad es colectiva. Las CCS vienen creciendo en número y en cantidad de miembros. Las CPA se vienen sosteniendo desde el principio de la Revolución Cubana, cuando se implementó la Reforma Agraria.
El camino para transformar las fincas en agroecológicas cuenta con tres pasos. El primer escalón en ese camino es “finca en inicio de agroecología” y es evaluada y aceptada como tal por la comuna en la que se ubica. El segundo escalón es la “finca en transición a la agroecología” y es certificada y denominada así por la ANAP. Por último, en la ANAP nacional, luego de una exhaustiva evaluación otorgan la categoría de “finca agroecológica”.
Es de destacar también que la totalidad de la producción está asegurada y subsidiada en su valor por el Estado, el cual a principio de temporada arregla precio y toneladas necesarias con el productor, logrando que este pueda sembrar, cuidar y cosechar su cultivo con la seguridad de que le será todo comprado y a buen precio.
El método “Campesino a Campesino” refleja la manera de aprender del pueblo cubano. Es una forma de orientar, transmitir conocimientos entre generaciones y garantizar la diversificación y existencia de cultivos, gracias a lo cual una finca integral tiene todo para el autoabastecimiento, ya que la organización a través de las cooperativas permite el flujo permanente de frutas y hortalizas para el mercado local.
Sembrar y construir con las formas de producción del modelo cubano permiten al campesino asociado a la ANAP aumentar las habilidades necesarias para desarrollar técnicas amistosas con la naturaleza y generación de autosustento, que con empeño y mucho espíritu de sacrificio cada vez existen más fincas en transición a ser consideradas agroecológicas.
En los recorridos tuvimos la oportunidad de conocer una escuela tecnológica superior donde las campesinas y campesinos organizados hacen el trabajo de formación y de capacitación para la aplicación, manejo de biodefensivos y preparados, abonos orgánicos, entre otros. Allí los anfitriones compartieron sus historias, el proceso que siguieron y cómo han logrado reorientar y planificar las fincas y los rubros específicos de producción. Nos contaron que los cuidados integrales del suelo, los bosques y los animales forman parte esencial de su estrategia de trabajo. Un proceso de concientización y el propio proceso revolucionario que han pasado por varios momentos de crisis alimentaria, pero que significaron la implementación de la Soberanía Alimentaria que hoy fortalece al país.
Los días siguientes, en el seminario convocado por la ANAP, se discutió en torno a la producción de las fincas, las escuelas tecnológicas y esa capacidad de desarrollar la estructura orgánica, de compartir, intercambiar y capacitar a más campesinos y campesinas cada vez. También estuvo presente el debate sobre la coyuntura de otros países, otros continentes presentes en el encuentro, lo cual nos ayudó a conocer e interpretar realidades de otras regiones del mundo que están pasando crisis muy fuertes y tratando de poner fuerza a la lucha por la identidad y la producción campesina.
Los dos últimos días se trabajó en las experiencias de las escuelas agroecológicas con un amplio debate, cómo está la Red IALA en cada uno de los territorios instalados a partir de las condiciones concretas y materiales de los diferentes procesos. Se resaltó que más allá de las crisis o de las dificultades, hay que seguir construyendo los espacios de consolidación orientadores de las nuevas formaciones y procesos que se vienen dando y que se darán.
La mística propia del pueblo cubano impregnando cada recorrido, el ritmo, la fortaleza del espíritu revolucionario que habita la isla, expresaron en todo momento la alegría, la sensibilidad humana reflejada en el cotidiano, en el compartir, en la solidaridad, la reciprocidad, la identidad de un pueblo que se levantó muchas veces de entre sus cenizas para ser ejemplo en el mundo.